Una mutación del virus de la rabia, la B249, se ha transmitido a los humanos. La infección estalló inicialmente en el norte de Sumatra y sólo necesitó 20 días para que todo el continente estuviera expuesto. Ahora, tres meses después del primer caso, se ha abandonado la lucha. Los infectados atacan a todo ser viviente que encuentran en su camino; basta un mordisco para infectarse y los efectos aparecen a los pocos segundos. No hay electricidad, ni comunicaciones, ni ejército, ni gobierno. Un grupo de cinco supervivientes huye al campo, lejos de las zonas pobladas.